No cabe duda de que el cine está de capa caída y cualquier iniciativa que incite a la gente a sentarse frente a la gran pantalla a disfrutar de una película es bienvenida. Por eso nos ha parecido genial esta acción que se llevó a cabo para el estreno de La Vida de Pi, una película cuyo argumento transcurre, en gran parte, en una barca sobre el agua. Así, decidieron trasladar el cine a una piscina cubierta y que la gente cambiara las butacas por pequeñas barcas. De esta forma, hacían inolvidable la experiencia y permitían que los espectadores se metieran más en la película, estableciendo una conexión especial.
Desde luego, un ejemplo genial de que no todo está hecho y que en el cine todavía se puede innovar.
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