Cuando Starbucks abrió sus puertas allá en 1971, el café recién tostado y el té a granel que vendían se metían a mano en bolsas de papel encerado en el que estampaban el nombre del producto con un sello de goma. Pero cuando pasó de ser un minorista de café a una cadena de cafeterías, empezaron a usar sus envases de café como un soporte en el que contar historias. Y eso es lo que han estado haciendo hasta el día de hoy.
Hace unos días, Starbucks estrenó los nuevos diseños para sus packagings de café en grano. Se trata de unos envases «inspirados en las personas, los momentos y las experiencias asociadas a cada mezcla», según cuentan desde la compañía. Este rediseño ha sido llevado a cabo de forma interna por el equipo de diseño de Starbucks con el objetivo de «contar una historia única sobre el origen del café tostado y sus notas de cata».
Históricamente, en Starbucks han utilizado las ilustraciones en sus packagings para aportar calidez y ayudar a que la gente conecte con la marca. En este rediseño (el primero en 10 años) querían seguir esta misma línea, pero dando todavía más protagonismo a los elementos ilustrados que en los diseños anteriores (puedes echarles un vistazo justo encima de este párrafo).
El diseño de las etiquetas tiene el cuenta lo que sus diseñadores llaman la «arquitectura» de cada bolsa para facilitar la compra y la transmisión de información. Así, han creado un sistema de distintivos que se mantiene en todas sus gamas de café, a diferencia de los envases anteriores en los que variaban las tipografías o los iconos y que hacía más difícil para los clientes entender qué café estaban comprando.
Por último, otro de los elementos a los que dieron mucha importancia es la paleta de colores. Decidieron mantener los tonos con los que venían trabajando en diseños anteriores y que ayuda a diferenciar de una forma rápida y fácil el grado de tueste de sus diferentes variedades: suave (dorado), medio (cobre) e intenso (morado).