Justo hace poco le preguntaba a Jonathan (que también escribe conmigo en el blog) cómo llamaban en Argentina a la pintura de “color carne”, a lo que él me respondió que allí la llaman de “color piel”. Sea cuál sea la denominación, aquella conversación nos llevó a pensar cómo de racista puede ser nuestro lenguaje sin que nos demos cuenta. ¿Por qué teníamos interiorizado que justo ese tono tenía que ser el “color carne” y no otro?
Pues no sabéis cómo de feliz me hace haber encontrado este proyecto. Se trata de unas cajas de pinturas con 8 tonalidades distintas de piel creadas con el objetivo de ayudar a visibilizar la diversidad de colores, rasgos y culturas que existen en el mundo entre los más pequeños.
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Una iniciativa que surge de Ubuntuland, una marca que busca dar visibilidad en las aulas a la diversidad racial y étnica que conforma nuestra sociedad actual. Una diversidad que, aunque es una realidad, todavía se ve muy poco reflejada en los medios de comunicación, libros, cine o incluso, en el material escolar.
El proyecto “Pintemos los colores de la piel” nació en 2016 gracias a una campaña de crowdfunding en la que participaron casi 700 mecenas. Ahora se pueden conseguir en la tienda online de Ubuntuland a partir de 10€, y han ampliado su catálogo con cartulinas de color piel para proyectos de manualidades.
¡Ojalá más proyectos como este!
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