Fundada en 1986, Phoenix Organics fue una de las primeras marcas de refrescos orgánicos del mundo. Y su ginger beer, uno de sus primeros productos, se convirtió en una bebida muy querida en Nueva Zelanda.
No obstante, con el paso del tiempo y sin una estrategia de branding clara, la marca empezó a dispersarse y eso llevó a confundir a los consumidores. Y claro, al final, esa falta de claridad estaba haciendo que Phoenix cayera en popularidad y en ventas.
Ahí es donde entra el juego la agencia neozelandesa Marx, que han sido los responsables de actualizar la marca y darle la coherencia que necesitaba.

Así, el trabajo de Marx ha sido consolidar y simplificar la identidad de marca, trayéndola a la actualidad a la vez que incorporaba elementos de la historia de Phoenix para reforzar su legado.
Uno de los cambios más significativos es que Phoenix Organics ha vuelto a las botellas con forma de cohete, las mismas que utilizaba en los años 90. Este cambio, además de apelar a la nostalgia, también sirve para que la marca destaque en los estantes del supermercado, donde los competidores usan botellas más convencionales.
Además, su nuevo logo modifica la palmera (uno de los iconos visuales de la marca) dándole un aspecto más moderno con un tratamiento geométrico y lleno de energía.
Las etiquetas apuestan por una paleta de colores vibrantes, formas geométricas y un texto en mayúsculas para los sabores de las bebidas. Unos envases que lo apuestan todo al minimalismo sin perder el tono optimista y divertido que la marca ha trabajado desde su nacimiento.
Al final, en un mercado cada vez más saturado y donde todos recurren a complementos como los probióticos o mensajes sobre la salud, la estrategia de Phoenix se basa en la nostalgia y en mostrarse como una marca con un legado y una trayectoria que ya quisiera el resto de su competencia.










