Si trabajas en diseño es muy probable que te hayas topado ya con el rebranding de Repsol en algún lado. Y si no, prepárate porque lo vas a ver por todas partes porque todo el mundo está hablando de él. La energética española ha actualizado su identidad visual y lo ha hecho con un rediseño sólido, que evoluciona su marca de una forma coherente y directa.
El proyecto lo han llevado a cabo entre Saffron, Picnic y el equipo interno de diseño de Repsol. ¿El objetivo? Alinear la imagen con su nuevo posicionamiento como marca multienergética. Ahora ya no solo hablan de carburantes, también de renovables, puntos de recarga, movilidad eléctrica y servicios digitales. Por eso han optado por una evolución que respeta su legado pero lo traduce al presente.
El famoso símbolo del sol se mantiene, pero ahora adquiere volumen gracias a un degradado que va del amarillo al magenta. La wordmark, por su parte, abandona las mayúsculas y estrena una tipografía propia (Sole Repsol, diseñada por Dalton Maag) que es mucho más amable, más fluida y más cercana.
Pero no solo cambia lo que se ve: por primera vez, Repsol tiene también identidad sonora. Sí, como lo oyes: ese sonido que escucharás al cargar el coche eléctrico o al descolgar la manguera en una estación. Un paso importante para reforzar su presencia en entornos físicos y digitales, y un reflejo de cómo las marcas están ampliando sus códigos más allá de lo visual.

Lo más interesante es que Repsol ha decidido no romper con todo, sino evolucionar. Mientras otras marcas del sector optan por cambios radicales (como Moeve, que hasta se cambió de naming), ellos apuestan por la continuidad. Y eso, cuando se hace bien, es un movimiento valiente. Porque ser coherente también es una forma de diferenciarse.
En general, creo que es un cambio muy coherente. Una evolución con cabeza y con un propósito claro: preparar el terreno para una marca más ágil, más conectada y más preparada para los cambios que se avecinan en su sector y en el mundo en general.



















