Que las galletas Oreo se rompan es inevitable. Así que la marca ha recurrido a una técnica milenaria japonesa para ponerle remedio a este problema. Y sí, hablo del Kintsugi, una práctica que consiste en reparar la cerámica rota con barniz de resina mezclado con polvo de oro. Este método no solo se centra en restaurar la pieza, sino que sirve para embellecer el objeto y convertir las roturas en parte de su historia.
De este modo, la marca ha lanzado un tubo de crema de vainilla que sirve (a modo de pegamento) para unir los trozos de las Oreos rotas. La idea central de la campaña es transformar la percepción negativa de las galletas rotas en una experiencia positiva, demostrando si se rompen, las Oreo pueden ser todavía más deliciosas y especiales
Obra de la agencia Leo Burnett Tailor Made, la campaña se centró en en redes sociales, donde generó cientos y cientos de menciones y contenidos creados por los propios usuarios.