Los supermercados Carulla necesitaban comunicar de forma diferente y con un presupuesto muy limitado que sus tiendas abrían durante las 24 horas del día. Un reto complicado al que encontraron una solución muy efectiva: pagar a otros comercios para que convirtieran sus persianas cerradas en vallas publicitarias de sus establecimientos. De esta forma, cuando estas tiendas estaban cerradas, el mensaje que lanzaban a la gente es que fueran a Carulla a comprar lo que fuera que estuvieran buscando.
Una muestra de que la creatividad no entiende de presupuestos ni de soportes y que a veces, hay que mirar un poco más allá para encontrar cuál es el mejor lugar para comunicar el mensaje de nuestra empresa. ¡Un aplauso para los chicos de Ogilvy & Mather Colombia!
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